Las esencias y olores abren un mundo de descubrimientos y comprensión

Pasé mi infancia en el campo, rodeada de olivos, almazaras, vergeles, jardines llenos de arbustos de jazmín y rosas y bosques de pinos y juníperos. Crecí en un ambiente con mucha libertad e independencia, por lo que desarrollé un sentido muy agudizado de curiosidad por lo que me rodeaba.

Desde pequeña me he interesado por la ciencia y quería ser matemática o astrofísica. Sin embargo, con el tiempo escogí una carrera con la intención de trabajar en un laboratorio de productos cosméticos y fragancias, dado que me gustaba la combinación entre la ciencia y los sentidos.

Cuando llegué a Barcelona, tuve la suerte de empezar a formar parte de un negocio familiar de perfumes y me enamoré de la profesión. Encajaba con mi pasión por oler materias primas y fragancias, además de con mi fascinación por la complejidad y la belleza de la perfumería.

Las fragancias tienen la habilidad de transportarnos a recuerdos y sensaciones que nos provocaron un impacto, al mismo tiempo que tienen el poder de hacernos ser conscientes, de hacer que nos detengamos para estar presentes en el momento, en el ahora.

Para mí esto es algo esencial. Cuando se huele algo, se despiertan sensaciones, emociones y el instinto. Las esencias y fragancias abren un nuevo mundo de texturas, colores, formas… Es un modo completamente nuevo de ver y comprender lo que nos rodea. Si he aprendido algo, es la importancia de apreciar la belleza en todos estos pequeños detalles.